¿Por qué nuestra cultura valora tanto el esfuerzo?
Cuando alguien, practicando un deporte o alguna otra actividad física, llega a la sensación de haber logrado encarnar la imagen que esa persona cree que se espera de ella, se enamora de esa imagen porque finalmente se siente adecuado. Llegar a esta imagen es como un antídoto temporal a la ansiedad generada por no sentirse aprobado y aceptado.
Cuando en uncontexto socialprevalece el aspecto mental y se pierde, en consecuencia, el ser cuerpo, se pierde también la diferencia entre ser y aparentar. Siendo miembros de una sociedad así, nos sentimos valorados y se nos valora, sobretodo, por la imagen que se percibe de nosotros. Entonces, terminamos por buscar, de alguna manera, el conseguir una imagen de nosotros mismo que sea socialmente apreciada. En este tipo deambiente cultural, el esfuerzo se convierte en un valor, porque te permite obtener, a base de voluntad, el resultado visible que deseas.
Cuando el criterio que utilizas para evaluar el concepto de éxito no está tan ligado al incremento de solo un parámetro específico y, en cambio, está más ligado a la realización de una condición de armonía e integración del organismo en su interior y respecto al contexto en el que está insertado, el esfuerzo se convierte en un obstáculo. Porque donde hay armonía, toda esta fatiga no sólo no es necesaria, sino que es también contraproducente.
Pero incluso cuando una persona se mueve desde un punto de vista mental, también accede a una sensación de placer. Producida, por ejemplo, al sentirse fuertes gracias a las máquinas utilizadas en los gimnasios, o flexibles gracias a prácticas como el yoga.
El equívoco nace del hecho que existen dos tipos de placer: el mental y el corporal.
En el placer mental piensas en una imagen y te enamoras de ella, persiguiéndola incluso a costa de hacer sufrir al cuerpo. Por ejemplo cuando se corre desgastando el propio cuerpo con doping o con esfuerzo. Esto se hace para llegar a un placer puramente mental, para obtener una satisfacción exclusivamente egóica. En este caso puedo correr sufriendo físicamente, pero puedo gozar mentalmente por los records de tiempo que logro hacer, por el hecho de obtener una medalla o por ser alabado en la prensa.
El placer físico sucede a otro nivel, completamente distinto. Nace de la presencia de serotonina, que se produce casi totalmente en el sistema nervioso que inerva el intestino. Es el mismo que se recibe artificialmente con marihuana, hachís,éxtasis, LSDy heroína, pero sin la extrema volatilidad y los daños serios y a menudo irreversibles provocados por el uso de estas substancias. Da una sensación de vida, de bienestar, análoga a la de una meditación profunda o de un gran amor, en el que las personas se sienten unidas las unas a las otras.
¿Cómo podemos asegurarnos de que seguimos el principio del placer físico en las prácticas corporales o deportivas, ya seamos alumnos o profesores?
En términos de evaluación, después de una sesión podemos observar algunas características que nos darán una idea clara del tipo de placer que se ha buscado. Si nos sentimos más adecuados o, por el contrario, nos percibimos más «defectuosos»y con más problemas. Si la distancia entre uno mismo y el profesor, entre uno mismo y los demás participantes, y sobre todo entre uno mismo y la idea de uno mismo, es mayor que al principio, o si uno tiene una mejor percepción de sí mismo y se reconoce en el propio cuerpo con placer, si uno se siente más uno mismo y más confiado en las propias habilidades.
Pensando al yoga, ¿dirías que sólo las posturas que dan placer sirven realmente para progresar?
No, no me refiero a esto. Como decía antes, ay dos tipos de placer: el puramente físico y el mental. El problema en el caso de muchas practicas, son las dinámicas mentales en base a las cuales las personas se sienten más gratificadas al insistir en las cualidades que ya han desarrollado, en vez de explorar aquellas que aun no han tenido ocasión de desarrollar.
¿Podría dar un ejemplo?
Sí. Supongamos que una persona con las piernas extendidas, logra fácilmente alcanzar los pies con las manos e incluso ir más allá. Esto significa que, respecto a los músculos anteriores, ya tiene los músculos posteriores del muslo más largos de lo que es necesario y, en consecuencia, la pelvis rotada hacia delante. Al lograr esta posición mucho más fácilmente que otras personas, podría sentirse mentalmente más gratificada. Pero haciendo esto continuamente altera un delicado equilibrio físico y daña el organismo. Una persona con estas características, para poderse re-equilibrarse, necesitaría alargar los músculos anteriores del muslo, y no los posteriores.
A lo que me refiero es a que en el caso de que la persona quisiera alargar la parte contraída en vez de la que ya tienehíper-extendida, obtendría placersólo a través de una modalidad que no le pida recurrir al esfuerzo.
¿Por qué?
Porque cuando se practica con esfuerzo, se hace para satisfacer un objetivo mental. Actuando de esta manera, en el mejor de los casos se gana la batalla y se pierde la guerra. Me refiero a que el organismo cede temporalmente para luego recuperar la condición anterior. Este es el motivo por el cual ha sido abandonada la práctica de las tracciones, tan popular en el siglo pasado.
Pero el verdadero riesgo es que se compromete el ser cuerpo. Ya que para obtener el resultado formal se crea una desconexión interna entre nuestros diferentes aspectos:[1]en el ámbito físico, entre el componente visceral y el musculo-esquelético; y en el ámbito psíquico, una dicotomía entre el sentir y el actuar[2]. El esfuerzo revela que estás trabajando contra tu cuerpo, pasando por encima de las necesidades urgentes que expresa. En cambio, si practicas con placer, sigues inevitamblemente sus necesidades, que son también la expresión de las necesidades profundas de tu alma. Cuando el modo en el que se practica una técnica corporal o un deporte es placentero, se vuelve irremediablemente constructivo y así, nuestros diferentes aspectos pueden reconectarse e integrarse.
Pero cuando pienso en alcanzar una meta o en un objetivo de perfeccionamiento, el esfuerzo puede parecer útil.
Trabajé con un ultra-maratonista que entrenaba durante horas todos los días. Podía hacerlo porque sentía placer al correr. Decía que«corría con la panza», que sentía placer en el vientre mientras corría. De esta manera había llegado progresivamente y naturalmente a correr en competencias de cien kilómetros y más. Y lograba permanecer íntegro físicamente.
¿Por qué, pudiendo elegir entre placer y esfuerzo, a menudo elegimos este último?
Porque el esfuerzo, permitiéndonos hacer prácticas bastante destructivas sin que seamos conscientes de ello, nos permite alcanzar rápidamente resultados formales. Pero en el ámbito físico, por ejemplo, se agotan las suprarrenales o la tiroides.
La persona que se esfuerza mucho, en general pasa antes por un hipertiroidismo y luego por un hipotiroidismo, así como antes pasa por una hiperactividad de las glándulas suprarrenales que luego se convierte en un agotamiento de las mismas.
Da escalofríos pensar que somos capaces de destruirnos sólo para proyectar una imagen…
El body buildingpracticado a nivel profesional es un buen ejemplo de este propósito. Si la deformación de tu cuerpo potencia tu autoestima, continuarás reforzando esta imagen inclusosi la práctica te dañael cuerpo. Para tener «éxito»en una disciplina tan volcada en la apariencia es necesario, además de aislar y seccionar los movimientos del cuerpo, ingerir esteroides y cantidades antinaturales de proteínas. Es una práctica físicamente degenerante por la perdida de integración interna que provoca, por las substancias que se toman y por su efecto global: el cuerpo genera más masa muscular de la que necesita. Por lo tanto le quitará recursos a los órganos y a otras zonas para dedicárselos a una masa muscular que, en realidad, no sirve y tiene una función exclusivamente estética.Ingerir esteroides, o practicar estas disciplinas, deriva de una visión de base – si tengo más músculos soy más fuerte – que tranquiliza a quien lo practica, dándole la sensación mental de estar bien. Podemos decir que es la misma dinámica por la cual a los niños le gustan los dibujos de los súper héroes.
¿El caso del yoga es diferente al body building?
No diría esto. Depende de las escuelas. El yoga, cuando se practica de una determinada manera, basado por ejemplo en el cultivo de la percepción, es una de las formas que más honran la sacralidad y la integridad del cuerpo. Cuando, al contrario, se da importancia al resultado estético más que al sentir interno, simplemente se sustituye la masa muscular por una posición considerada ideal. Pero el mecanismo de fondo es el mismo. Si queremos continuar con la analogía, la persona que practica yoga, en lugar de los anabolizantes que aumentan la masa muscular podría ingerir substancias que aumentan la flexibilidad, aumentando el porcentaje de elastina o el porcentaje de agua contenida en los ligamentos. Si el objetivo no es mantener el cuerpo más equilibrado sino lograr posturas más extremas se podría, por ejemplo, ingerir un fármaco que modifique el tejido conectivo para volverlo más líquido e hipotónico, que provoque laxitud ligamentosa.
Esto permitiría ganar fácilmente un hipotético campeonato mundial de yoga, pero pagando el precio de un físico desarticulado y privado de su integridad. Enseñar yoga en función de las posturas finales se construye sobre una idea de salud falsa, porque se promueve una disciplina que deforma el cuerpo, igual que el body building. En un caso porque aumento el énfasis sobre un músculo ya demasiado duro, en el otro porque lo hago sobre un músculo ya demasiado laxo. En ambos casos se pierde el «tono muscular» justo, que es la condición más saludable y eficiente para el cuerpo.
Háblanos un poco más sobre lo implica una enseñanza basada en las posturas finales.
Pensemos en algunos instructores de épocas pasadas que, como se ve en ciertas filmaciones, se instalan con todo su peso sobre la espalda de un practicante para lograr obtener cierta postura. Está claro que lo que cuenta en aquel contexto no es exactamente la experiencia interna, sino un resultado externo. Y podemos estar seguros que el precio de lo que se obtiene es, además de una deformación física, una desconexión interna. Esta es otra consecuencia más de la creencia de que esforzarse es un medio bueno y legítimo para lograr una meta, como en el ejemplo que acabamos de comentar, para obtener una postura particular considerada ideal.
¿Podríamos decir que seguir el placer físico nos aleja progresivamente de las estrategias basadas en objetivos?
Para llegar a un placer físico, usamos las reglas y los principios que son casi siempre exactamente los opuestos a los que nos llevan al placer de tipo mental. Si sigo el placer físico modulo el tiempo, la medida o la modalidad según lo que me da más placer físicamente, sin preocuparme por el resultado. El resultado es siempre un efecto colateral del practicar con placer.
Cuando ya no nos limitan nuestros objetivos mentales y el querer o tener que perseguir un resultado concreto, se abren los horizontes a nivel perceptivo y, a menudo, obtenemos efectos que nos sorprenden porque podemos aprovechar recursos que ni siquiera imaginamos que tenemos.