Limpio y sucio
La tendencia a la eliminación o a la alienación de ciertas partes de uno no es sólo un problema psicológico.
Desde el punto de vista físico, incluso, esta separación puede tener consecuencias sorprendentes. En la naturaleza, como sabemos, no existe la separación entre lo limpio y lo sucio, y nosotros, como seres humanos, somos enteramente responsables de esa división. La exigencia de tener una casa limpia conlleva inevitablemente un ambiente exterior más sucio, porque lo que es desechado (descargas, detergentes, basura, gas, etc.) no siempre puede ser reciclado por la naturaleza. Antes de que se arrojen a la basura, las cosas son limpias. Pero apenas se tiran, el contacto con lo que había sido desechado antes, las ensucia

Desde el punto de vista psicológico, la distinción entre limpio y sucio es una función de la etapa de diferenciación: la separación del yo del no yo, de mí de ti, de lo que está bien de lo que está equivocado, de lo que está limpio de lo que está sucio. En esta fase psicológica prevalece (como hemos visto en el capítulo “Las etapas evolutivas”) la necesidad de separación, que lleva a considerar como una amenaza —en cuanto función de una etapa anterior— a las identificaciones demasiado ajustadas. Ahora, una de las modalidades comúnmente aplicadas para separar, consiste en proyectar en el otro (o sobre un objeto) la parte de uno de la que no se es consciente. Así, en esta etapa, es bastante común que una persona se identifique inconscientemente con su parte sana y limpia, y atribuya sólo a los otros la que considera sucia y que en algún lado yace dentro de sí misma. Aunque también puede suceder exactamente lo contrario (es decir, que atribuya a los otros la parte que retiene limpia y que deje para sí la que juzga sucia).

En general, las enfermedades parasitarias o de contaminación están ligadas a la etapa de la diferenciación. La presencia de una huella de lo sucio sobre lo propio que está limpio, que se presenta bajo forma de hongo contagiado en la piscina, de enfermedad por transmisión sexual o de intoxicación alimentaria, señala la propia diferencia respecto al fondo de la piscina, a la persona con quien se estuvo íntimamente en contacto y a la calidad y limpieza de la comida que se considera más adecuada, (sin querer negar la presencia de los virus que llegan del exterior, este proceso explicaría, sin embargo, por qué algunas personas lo sufren mientras que otras superan el ataque completamente ilesas.)

J. Tolja – F. Speciani
del libro Pensar con el cuerpo