Sinceridad e igualdad
El respeto a la verdad sólo tiene sentido en un contexto de igualdad, de lo contrario la obligación de decir la "toda la verdad" alimenta el control y la dominación en lugar de la justicia y la integridad

En general, la confrontación directa es posible cuando se está en condiciones de igualdad. Cuando el enemigo al que nos enfrentamos es más potente, utilizar el disimulo o huir, demuestra sentido común a menos que se tenga un sentido de honor más alto que el instinto de supervivencia o una particular vocación al martirio. La mentira es una forma de escapar, una herramienta considerada «femenina», ya que evita la lucha cuando en la confrontación no existen condiciones de igualdad. En otras palabras, Hermes y Afrodita, de alguna manera nos indican bajo qué condiciones los valores psicológicos de la honestidad y el respeto por la verdad pueden ser defendidos sin que lleguen a ser principios ideales tan elevados que puedan causar más daños psicológicos que otra cosa. En el ámbito del comportamiento moral no es prudente “vivir por encima de las propias posibilidades”.

La honestidad conyugal es un estado de «transparencia» cuando es la expresión psicológica de la confianza y la estima entre los amantes. Sin embargo, cuando «decir todo» significa, para uno o el otro, una obligación o una especie de control en la distancia, una regla que establece los límites de la conducta «legítima», el efecto es completamente contrario: la dependencia, el control mutuo y la opresión. Cuando la fidelidad es el resultado del miedo y la coacción, es débil y carece de fundamento.

G. Paris
del libro El renacimiento de Afrodita