Creer en dioses
Los amo como si existieran, y entonces, inevitablemente, llega un momento en que alguien me pregunta: «¿Hasta que punto crees de verdad en estos dioses y diosas paganas?».
No creo en ellos en absoluto. No más, ni menos, de lo que había creído en el ego, en el superego, en el ser, en el consciente, en el inconsciente, en el complejo de Edipo, de Cassandra, de Cenicienta, o de Peter Pan, ni más ni menos de lo que creía en todas las nociones inventadas de la psicología para definir las dinámicas interiores: represión, regresión, retrogresión, compensación, hipercompensación, descompensación, depresión, proyección, introyección, retroflexión, fusión, transferencia, contratransferencia,, actualización del ser, complejos, arquetipos, individuación,…

Ni siquiera todo esto existe ‘realmente’ ¿verdad? Se trata de conceptos y metáforas útiles que permiten entender la vida interior. He enseñado psicología social durante veinticinco años en un departamento de Comunicación, éramos treinta y seis profesores que nos dedicábamos a esta divinidad caprichosa e invisible: la Comunicación. Nadie la ha visto nunca, no está presente en “su” departamento más que en cualquier otro y, aún así, nosotros insistíamos, confiados, en que existe algo llamado Comunicación a lo que nos queríamos dedicar. Pero ¿por qué el concepto comunicación tendría que ser más creíble o útil que la imagen de Hermes, tratado por los antiguos como si fuera la personificación de la comunicación?

Los términos abstractos como comunicación, deseo, poder, razón, pasión, … y la mayor parte de los conceptos que se encuentran en los manuales de psicología hablan de realidades invisibles a las que los antiguos griegos les asignaban una letra mayúscula y una personalidad. No creaban divinidades: en lugar de una teoría de la comunicación tenían a Hermes, en lugar de una teoría de la sexualidad y el concepto de la libido estaba Afrodita, en lugar de seminarios sobre el poder organizativo inventaban historias sobre la gestión divina de Zeus, donde nosotros tenemos una escuela de ingeniería ellos tenían discípulos de Apolo capaces de construir puentes más sólidos que los nuestros. No hablaban sobre los daños de la droga, sino de la locura que Dionisio infunde en los que rechazan venerarlo. No elaboraban una teoría sobre la naturaleza del vínculo psicológico entre la madre y el niño, ponían letra y música a los lamentos de Deméter separada de su hija.

del libro La gracia pagana