También el futuro bebé discrimina los sonidos en función del aspecto de su cuerpo. Pero, «in utero» el cuerpo se reduce a poca cosa y la escucha «aumenta»con el crecimiento del feto. Hasta la adolescencia —o sea, mucho más tarde— no va a inundar su cuerpo con otras frecuencias más graves.
Cada edad tiene su voz. La de un niño se compone sobre todo de frecuencias altas. En la adolescencia, la voz cambia para hacer frente a una nueva estructura del cuerpo: una estatura distinta, un crecimiento hormonal inhabitual… El oído cambia aportando un aumento de la imagen del cuerpo y una referencia nueva al que todavía no es un adulto.