Yo soy una persona: una cabeza, un cuerpo, un sexo, una barriga, un todo. Pero no un intelectual, abominables personajes. Ya lo decía Goya: “La razón genera monstruos”. Cuidado con los que solamente razonan. Hay que razonar y sentir. Y cuando la razón se divorcia del corazón, te convido para el temblor. Esos personajes pueden conducirte al fin de la existencia humana. No, yo no creo en eso. Yo creo en esa fusión contradictoria, difícil pero necesaria, entre lo que se siente y lo que se piensa. Y cuando aparece uno que solamente siente pero no piensa digo: “Este es un cursi”. Y cuando veo que hay alguien que solo piensa pero no siente, digo: “¡Ay, que horror! Este es un intelectual”. Espantosa cosa, una cabeza que rueda, yo no quiero ser una cabeza.
-Pero ese es un sabio…
Allá él con su sabiduría, a mi, esta sabiduría no me interesa. Me interesa la que combina el cerebro con las tripas, la que combina todo lo que soy, todo, sin olvidar nada: ni la barriga, ni el sexo, ni la cabeza que piensa, que es útil también. Pero cuidado, la cabeza que piensa solita es muy peligrosa.