Cuando analizo un movimiento observo el tipo de musculatura que interviene: externa, media, profunda. Cuanto más profunda es la musculatura que se utiliza más “espesor” tiene el movimiento. Al abordar las torsiones, por ejemplo, se puede partir de la percepción de los diferentes tejidos, puede comenzar a partir de los huesos, las meninges, el tejido conectivo. Cada uno de estos enfoques conduce a un resultado diferente y a percepciones diferentes. Cuanto más hacia el interior vas, más sinuoso se torna el movimiento, como una serpiente, y las percepciones van a la parte más central del cerebro, en la parte primaria, las ondas cerebrales son más lentas, vamos a un estado meditativo. Vamos a encontrar lo que se llama «el reptil interno”, el centro de la anatomía, de la psicología, del ser. Cuanto más permanecemos en la parte externa, más segmentado es el movimiento, dirigido por la parte cortical del cerebro.
¿Qué ganamos encontrando el reptil interno? La ganancia es enorme, es la fuente, el origen biológico de nuestra energía que nos conecta con nuestras verdaderas necesidades. Cuando la fuente se agota todo se seca, todo sufre. Esa es la razón básica por la que nos enfermamos, porque se agota la fuente.