¿Cómo evaluar la enseñanza?
El estilos de enseñanza nos afectan muy directamente.
Entrevista de Silvio Mottarella a Jader Tolja

Ya se trate de un master en la Universidad de Columbia, o de las clases de yoga que se dan al lado de casa, es probable que tarde o temprano estemos involucrados en algún curso. Sea como sea, las consecuencias del estilo de enseñanza utilizado nos afectan muy directamente.

A la luz de todo lo expuesto en tu libro ¿cuáles son, según tu punto de vista, los principales problemas que nos encontramos en la enseñanza?

Cuanta más información se de, que no pueda ser verificada experimentalmente, más confusión se crea en los que están en un proceso de aprendizaje. Uno de los problemas principales es el desequilibrio entre la cantidad de teoría realmente demostrable que se enseña y la experiencia de verificación o de apoyo a la teoría que realmente puede hacer. Si imagináramos una evolución del modelo educativo, renunciaríamos a una serie de conocimientos para dar mayor cabida a la experiencia, de modo que la relación entre ambos fuera más equilibrada.

¿Qué te hace pensar que esté tan extendida la separación entre los dos aspectos?

Escuchando a estudiantes de escuelas de diversos tipos hablar entre ellos, en el almuerzo o durante los descansos, lo que se recoge a menudo es una condición de miedo en relación a la teoría o al conocimiento por parte de algunos de ellos. Este sensación de temor es, sin duda un factor negativo en la formación, porque en lugar de cultivar lo que los americanos llaman empowerment (palabra intraducible que significa literalmente la confianza en la propia capacidad, en las propias capacidades) tienen el efecto contrario. El propósito de una formación es conducir a la gente a descubrir sus propios medios y a tener confianza. Si se crea una situación de miedo, significa que algo no ha funcionada, o que el modelo se puede mejorar.

Por lo tanto, ¿ves una condición de responsabilidad por parte de los profesores respecto a la capacidad de cultivar el empowerment?

Por supuesto, el profesor puede sentir el pulso de la situación. Si después de una clase cree que los estudiantes se sienten más ignorantes que antes, puede darse cuenta de que está haciendo algo que destruye la confianza en si mismos de los alumnos. Si la sensación es la contraria, significa que se está trabajando bien.

La pregunta puede ser diferente: ¿Cuáles son los parámetros que te indican que modelo se está utilizando?

Para cambiar de perspectiva podemos ver la situación desde el punto de vista del alumno. ¿Que le sucede después de una clase o de trabajar con un profesor? Por ejemplo, ¿tiene la sensación de sentir más confianza en sus capacidades, de que la teoría que se le ha dado le ayuda a comprender mejor lo que está ocurriendo, y que luego le aporta una mayor seguridad para hacer frente a un problema potencial? ¿O, por el contrario, tiene la sensación de que ha sido aplastado por el conocimiento, por la competencia del profesor o por la inmensidad de la teoría? Si, la sensación subjetiva es la de salir con el rabo entre las piernas, sintiéndose incapaz o ignorante o pensando «sí, un día, cuando sea bueno, después de 20 años de estudio y práctica…» significa que está dentro de un programa de enseñanza que no es del todo óptima, que por una parte construye y por otra desmonta lo construido.

¿Cómo es posible evitar que el maestro sea una referencia excesiva, en relación a lo que se quiere aprender? Me parece casi inevitable que, al principio, cuando la materia a aprender es aún una referencia abstracta, virtual y potencial, el profesor se convierta en el catalizador de la situación. ¿Cómo crees que va a evolucionar esta situación?

En mi experiencia, la situación ideal es que los profesores, o si quieres los profesores que se relacionan directamente con los estudiantes, sean, al menos inicialmente, personas carismáticas. Como decías antes, en un inicio el estudiante no tiene una relación de amor directa con la práctica o técnica que todavía desconoce, por lo tanto, en ese momento, es muy importante la personalidad del maestro: que hable en primera persona, que utilice anécdotas y su habilidad, en lugar del narcisismo, para generar interés, primero hacia su persona y luego hacia lo que está haciendo. Esto es inevitable, o mejor dicho, no es conveniente evitarlo.

El maestro al llamar la atención sobre sí mismo, también llama la atención sobre lo que hace y esto es una fuente de energía importante para la escuela y para el estudiante. Es mucho más fácil trabajar con alguien que te interesa como persona, como ser humano, que con alguien que te interesa sólo en la técnica. Luego, la relación directa entre el alumno y lo que hace se vuelve más y más importante. Si en ese momento el maestro continúa siendo protagonista, inevitablemente se convierte en un obstáculo entre el estudiante y la materia. Es como cuando alguien te presenta a una persona. Al principio permaneces entre los dos, pero cuando ya se conocen, ya hablan entre ellos, la tercera persona se convierte en una incomodidad, están desarrollando una relación directa entre ellos.

En este sentido un buen ejemplo es la técnica de John Coleman, un maestro de meditación Vipassana. Cuando vas a uno de sus retiros, siendo un ex agente de inteligencia estadounidense dotado de inteligencia y sentido del humor, tiene un montón de historias, sabe mantener tu atención en un momento en que todavía es difícil el interés en la meditación. Si vuelves por segunda vez verás que dice exactamente lo mismo. Así que después de un rato, tienes la sensación de que va a contar la misma historia una y otra vez, en algún momento te cansas de escucharlo, y reinicias tu meditación. Si «sobrevives» al retiro de 10 días de meditación, ya sabes cómo relacionarte con ella. Y si vuelves, significa que ya la has desarrollado en ti y ya tienes con ella una relación directa. Repitiendo las mismas cosas, Coleman logra atraer la atención de las personas nuevas que están intrigadas por su personalidad y sus historias y, al mismo tiempo, evita ser un obstáculo para los que ya han encontrado su relación con la meditación.

¿Cuáles son los puntos fuertes indispensables que requiere un modelo de enseñanza que permite a los estudiantes cultivar el empowerment, la confianza, la autoestima y que evita que lleguen a ver al instructor como el espejismo al que deben imitar en un hipotético futuro que nunca será?

En estudios realizados sobre grandes deportistas se observan características diferentes, pero hay dos que son recurrentes: «responsabilidad» y «conciencia». Responsabilidad significa que el estudiante está tomando sobre sí la responsabilidad de lo que hace. Él se siente responsable, y como maestro puedes favorecer esta actitud y el concepto de empowerment que antes mencionaba, o no. Si un estudiante tiene la sensación de que el profesor tiene confianza en su capacidad de sentir y de encontrar su camino, de que lo trata como una persona que ya tiene las cualidades necesarias para la materia en cuestión y no como una persona que debe ser enseñada o entrenada, el proceso de responsabilidad se acelera enormemente. La actitud más importante es la de reconocer a aquellos que trabajan en esta responsabilidad y capacidad.

¿Y lo que tu llamas la capacidad de «recordar» en lugar de» adquirir» o «aprender»?

Si como profesor estoy convencido de que las cualidades están ya presentes en el alumno, lo único que tengo que hacer es impedirle que limite sus capacidades. Quitar los velos, no construir..

Creo que es muy poco rentable utilizar un lenguaje o un modelo creyendo en la fantasía de que estamos creando algo en lugar de revelar lo que ya existe..

Si se es incapaz de ver que el estudiante ya está dotado, el trabajo educativo es inútilmente agotador, aunque, en términos narcisistas, la convicción de estar rodeado por incapaces a los que se debe «construir » puede ser muy reconfortante.

¿Cómo podemos evitar que sintiendo esta confianza en el alumno, queriendo ofrecer un clima que favorezca su crecimiento, dejemos de ofrecer un reto que estimule el aprendizaje?

Si te fijas, las técnicas más efectivas para el desarrollo de cualidades específicas en el deporte son siempre, o muy a menudo, las limitaciones. Si, por ejemplo, a un nadador se le atan los brazos o las piernas le obligas a nadar sólo con la parte libre, lo pones en una situación en la que necesita desarrollar a fondo la parte que utiliza porque no puede usar la otra. Un corredor corre sobre bandas de goma o cuesta arriba. Los futbolistas entrenan en un campo cinco veces menor de lo habitual para forzar la cercanía con el contrincante y así desarrollar de habilidades técnicas. La coerción, que se define en estos casos como «coerción positiva» es crucial porque al no poder compensar la carencia con otras técnicas o herramientas, se está obligado a desarrollar la cualidad específica en la que el profesor está centrado en ese momento.

Es un problema con el que me he encontrado personalmente. Después de haber hecho varios cursos de formación, participé en una formación que tenía grandes similitudes con las técnicas aprendidas anteriormente, la tentación era evitar el encuentro con la dificultad del nuevo enfoque. A veces la diferencia es muy leve por lo que es fácil caer en el uso de las técnicas que dominas, con las que ya te sientes muy seguro. Sin embargo, cuando te encuentras con una nueva técnica, te sientes como un niño que hace los primeros pasos, incluso si ya eres un profesional de alto nivel en otro campo u otra técnica. En este caso el «coaccionar positivamente» es crucial, ya que tiene la función de para hacerte descubrir las nuevas cualidades. Si consigues no enfrentarte con el problema, no lo podrás resolver. El obligar en este caso es un instrumento de conocimiento.

Hemos visto que el primer punto fundamental de la enseñanza es empowerment, que es dar confianza, reconocer que estamos recordando algo y no creándolo. ¿Cómo podemos continuar con este análisis?

Pienso que al elegir un maestro o una escuela, un elemento clave es la motivación. La motivación, el amor por lo que se hace, automáticamente lleva a la persona a practicar con pasión también fuera del curso, a leer libros, etc. Si proporcionas una buena motivación, aunque des poca información teórica o técnica, puedes estar seguro de que tarde o temprano vendrán solas. La motivación es como la chispa que hace todas las cosas ocurran sin esfuerzo. Si, como profesor, me tuviera que centrar en un aspecto, lo haría en estimular la motivación más que en asegurarme que el alumno tiene un comportamiento de manual.

Por supuesto, esto también es importante, pero el aspecto fundamental que, si se puede llegar a transmitir, hace que todo lo demás venga solo es la motivación. Por esto creo que es importante desde el punto de vista del estudiante, elegir personas que aman la labor en si misma, que aman lo que hacen, que transmiten una pasión por lo que hacen, más que una persona técnicamente excelente. Puedo determinar si, más allá de lo que sabe sobre esta persona, él hace lo que hace porque lo ama o porque le gusta desempeñar un determinado papel. Tal vez una persona hace lo que está haciendo porque le encanta el papel que desempeña, y no porque ama la sensación que le aporta un determinado trabajo o una determinada técnica.

Este tipo de enseñanza genera personalidades de tipo narcisista, personas que se enamoran de la posición de poder, del prestigio que tiene el terapeuta o el maestro. Se enamoran de su trabajo en términos narcisistas, no en términos de verdadera pasión por lo que hacen, sino por lo que representa su trabajo. Por otro lado también es útil que exista este enfoque narcisista, que haya personas trabajando de esta forma, porque atraerán a la gente del mismo tipo, personas que son más visuales, etc. Sólo es diferente, y puede ser útil saberlo.

A menudo insistes en la importancia de enseñar por «principios». ¿Puedes decirnos algo más al respecto?

Sí, un aspecto clave es la forma en que se enseña: por principios, por dogmas, o por medio de técnicas de prediseñadas. Es un poco el concepto de enseñar a pescar, en vez de dar peces. Si en lugar de dar técnicas específicas, enseñas los principios universales en que se basa el trabajo, puedes dejar de enseñar algunos aspectos, porque la persona tendrá la capacidad de construir su camino partiendo de los principios que ha asimilado.

Trabajando de esta manera ¿podría haber un mayor intercambio de estudiantes entre escuelas diferentes, independientemente de los distintos estilos de estudio?

A veces, formalizar un protocolo dado puede ser una forma de poder. Esto, por ejemplo, se observa en las sectas. Más la secta se basa en el poder, más duro y selectivo es el lenguaje. Así que, o es un problema de poder, o es un problema de ignorancia, es decir, como he aprendido la aplicación y no el principio, no puedo adaptarme a lo que tu sabes, tengo que hacerte repetir el verso desde el principio.

Este discurso me recuerda a lo que se dijo inicialmente a propósito de las cualidades ya presentes en las personas y estoy pensando que hacerlos empezar desde cero puede ser una manera de ignorarlas. Me acuerdo de la experiencia hecha en Estados Unidos en una escuela donde los niños son tratados como pequeños genios y, de hecho, se convierten en pequeños genios.

Sí, yo no diría que se convirtieron, si no que ya lo eran. Sólo necesitan una oportunidad para consolidar externamente esta cualidad. Es agradable ver a alguien que enseña y sabe que el sentimiento, la gracia, el ritmo, la profundidad, la intensidad, la atención, la percepción, la fuerza y la personalidad ya están en esa persona, y están a la espera de la oportunidad de desarrollarse.

Este experimento me recuerda una cita de Goethe que me gusta mucho porque creo que no solo se puede aplicar al trabajo, también a las personas que más amas: Si tratas a una persona como debería o podría ser, esta persona llegará a ser como podría o debería ser..

De la revista Shiatsu News