P: Me gustaría profundizar en una afirmación que Vd. acaba de hacer sobre el hecho de que el cuerpo humano no está programado para realizar movimientos inútiles.
R: Así es. El ser humano puede ‘pensar’ una cantidad enorme de movimientos, pero cuando éstos no corresponden a los reflejos existentes al nivel del sistema nervioso, en vez de favorecer el funcionamiento del cuerpo lo dificultan. Hacer un estiramiento de los miembros es un ejemplo típico de movimiento ‘extraño’. A lo mejor estaría fuera de lugar en un contexto coreográfico, pero un mono jamás se movería con las dos patas estiradas al mismo tiempo, y creo que nadie puede negar que este movimiento sea infinitamente más eficaz que el del mejor bailarín clásico. Muchas artes marciales tienen en cuenta esto, al igual que algunas técnicas de conciencia corporal como el Taiji quan (Tai chi chuan) o el método Feldenkrais – especialmente práctico para aquellos que quieren mejorar su actividad deportiva.
P: ¿Qué tiene que ver el movimiento de un deportista con el de un animal?
R: El movimiento de un animal, al igual que el de un cuerpo humano, nunca se produce en un eje simple sino que siempre es espiral, es decir en los tres ejes a la vez (vertical, horizontal y sagital). Si observamos a un mono saltanto de rama en rama, inmediatamente nos daremos cuenta cómo su movimiento nunca es solo sagital, sino cómo todos los movimientos de su cuerpo, hasta el más ínfimo describen espirales. En las técnicas convenciales de entrenamiento deportivo, casi no existe ningún movimiento que facilite esta espiral, tan profundamente registrada en nuestro patrón de movimientos. Todos los ejercicios se llevan a cabo en un solo plano, por ejemplo el vertical para todas las flexiones laterales, el horizontal para la rotación, el sagital para las flexiones y las flexiones hacia delante y hacia atrás.
Cuando no evocamos un movimiento espiral, lo que ocurre al nivel del sistema nervioso es una fragmentación de los reflejos. Es como si nos moviesen el suelo; a la larga produce daños. Este movimiento espiral de todo el cuerpo es absolutamente evidente y espontáneo en el niño pequeño que pasa de gatear a sentarse. El bebé nunca hubiera soñado con levantarse siguiendo un eje sagital. Es una verdadera lástima que en tantos tipos de gimnasia, entrenamiento deportivo, adiestramiento militar, todos los movimientos estén aislados, y no hacen nunca uso de la integración dinámica de los tres planos sobre los cuales la acción se desarrolla naturalmente, finalizando por establecer el predominio de un eje sobre los otros dos, incluso en movimientos espontáneos.
Sin embargo, con un trabajo específico sobre el cuerpo siempre se puede restablecer la habilidad para moverse de forma eficaz- cosa que, entre muchas otras, nos pone inmediatamente en contacto con el placer del movimiento.
P: ¿Existen disciplinas deportivas que tengan en cuenta estos aspectos?
R: En términos generales, la disciplina misma no cuenta tanto como el modo en que se pone en práctica. Si haciendo deporte utilizamos movimientos que fragmenten (por ejemplo el uso de solo una parte del cuerpo sin implicar a las demás, o el uso rígido de un plano solo) el resultado será la destrucción de los recursos naturales del cuerpo. El resultado casi siempre es un dolor, un esguince, una hernia de disco. El atleta que se mueve mal, cuanto más entrene y compita, más daño le causará a su cuerpo: lo agota. Por el contrario, cuanto más utilice los reflejos espontáneos, movimientos naturales y completos, más rejuvenecido estará, se integrará y se sentirá mejor al final de una competición.
Por ejemplo, Edwin Moses, el atleta que dominó durante casi una década el escenario de los 400 m vallas, no solo no se agotó sino que gradualmente fue mejorando porque trabajó activamente con sus reflejos siendo consciente de ellos. No ha sido por casualidad que utilizara el método Feldenkrais con un colega mío americano… No cabe la menor duda de que era un atleta que conseguía de forma natural este tipo de fluidez; en realidad era un placer verle correr.
P: ¿Qué es lo que puede interrumpir este tipo de fluidez en un atleta que la alcanza naturalmente?
R: La falta de auto-escucha. El campeón ‘natural’ confía en la sensación interna que recibe del movimiento, en la ‘sensualidad’ que puede existir en el movimiento deportivo, y en su placer físico. Esto es lo que le confirma que se está moviendo dentro de un reflejo espontáneo. Sin embargo, cualquier sensación de esfuerzo, de cansancio, de dolor le indica que se está moviendo en la dirección contraria. No prestarse atención a uno mismo quiere decir jugar contra uno mismo.
De cualquier forma, la cuestión de fondo está ahí: qué tipo de resultados se quieren obtener. Incluso yo mismo, en mi vida deportiva, encontré a un entrenador, fallecido recientemente, que a pesar de utilizar métodos que nos dejaban a todos aterrados, consiguió que muchos atletas llegaran a conseguir récords nacionales.
Por ejemplo Caldana, del Atlético Riccardi, al principio nos mandaba hacer entrenamientos muy cortos porque estaba convencido de que, a largo plazo, resultaba más beneficioso dar dos vueltas en la pista con soltura que diez bajo presión. Y en realidad, la característica más llamativa de sus atletas era la ligereza, flexibilidad y la ausencia de accidentes. Relación entre estrategias de entrenamiento y accidentes
P: ¿Existe entonces una relación entre las estrategias de entrenamiento y el número de accidentes en competiciones deportivas?
R: Un accidente es una señal de que ya no hay una integración plástica del movimiento, que hay una interrupción en la distribución del esfuerzo por todo el organismo, una distribución que actúa gracias a la fascia, que es el tejido que envuelve y conecta las distintas partes del cuerpo entre sí, desde las vísceras hasta los músculos y los huesos. Un accidente indica que la integración funcional del organismo determinada por la fascia, el único sistema que se extiende por cada rincón del cuerpo, se ha roto en ese punto. Una hernia de disco nos indica exactamente cual es el punto de ruptura.
El organismo no-integrado o el atleta que no le presta atención a la escucha interior continúa hasta que se rompe.
El organismo integrado distribuye lo más posible el esfuerzo, realiza cualquier movimiento con todo el cuerpo hasta que percibe signos de saturación. Entonces sabe que tiene que parar. Cuanto más aumente el esfuerzo, más tenderá el cuerpo a aislar el movimiento. Y un tendón roto, una fractura en un organismo integral indica un rechazo a sufrir un estrés adicional. Pongamos por ejemplo una carrera de resistencia: al principio, cuando hay poco cansancio, el cuerpo sigue haciendo otras cosas además de correr: piensa, hace la digestión, mira alrededor…todas las cosas que, como gradualmente el esfuerzo se vuelve más exigente, no puede permitirse hacer. Una característica típica de las situaciones competitivas es un estado de conciencia alterado en el cual desaparece el pensamiento porque supondría una interferencia. También la mente se libera de todo aquello que en ese momento requiere energía y atención. El atleta que corre hasta su límite es como si solo fuese su propio sistema circulatorio. El aparato digestivo, el sistema nervioso y todo lo demás- es como si hubieran desaparecido. Todos los sistemas requeridos por la acción participan, mientras que los demás permanecen a la sombra para soportar lo que está ocurriendo.
P: Me gustaría saber más sobre la forma en que la fascia distribuye el esfuerzo por todo el cuerpo.
R: El cuerpo humano está coordinado por el sistema nervioso y por medio de este especialísimo tejido que se presenta como un sistema ‘continuo’. Cada movimiento puede convertirse en más beneficioso o más eficaz precisamente actuando sobre este tejido, que conecta cada parte del cuerpo y que puede ser estimulado de tal forma que convierta el movimiento en lo más extenso posible (como podría ser útil por ejemplo para un jugador de baloncesto) o tan sagital como posible (como en el caso de un esgrimidor o un nadador) o tan organizado como sea posible para trabajar a la máxima velocidad.
Si pensamos en la fascia como si fuera un pedazo de tela sujeto por todos lados por mucha gente, se ve de inmediato cómo la extensión total no solo depende de la persona que en cierto momento esté sujetando, sino también en cómo colaboran los demás. El programa correcto es aquel que conoce el mejor movimiento de todos aquellos que están sujetando la tela, para que la forma de la fascia sea lo más eficaz posible en ese momento.
P: ¿Y cómo ocurre esto en términos prácticos?
R: Cuando por ejemplo un jugador de baloncesto extiende un brazo, lo que ocurre en la fascia del tronco, el cuello, los hombros, el mismo brazo, y además en los órganos internos, el corazón, las vísceras , un pulmón con respecto a otro, es que al moverse todos de forma correcta le proporcionan al brazo una ‘presencia’, una fuerza y una sensibilidad inimaginables que no existirían si el brazo se moviese de forma desconectada con respecto al resto del cuerpo o los órganos internos- tan frecuentemente olvidados en la práctica deportiva. Historias como la de una madre que consiguió levantar ella sola un coche para salvar a su hijo que estaba atrapado debajo son posibles porque, en casos excepcionales, el sistema nervioso recupera todos los recursos internos disponibles, reorganizando temporalmente el cuerpo entero con sus reflejos más profundos y por tanto expandiendo mucho más lejos los límites de la capacidad cotidiana de la persona.
Esta cualidad, esta expansión de la coordinación óptima entre sistema nervioso y fascia están presentes en el ejercicio de muchas disciplinas orientales. El maestro de Taiji Quan (Tai Chi Chuan) quien con su brazo estirado hacia delante consigue sostener a dos alumnos en el aire, es un ejemplo clarísimo de un sistema vital tan organizado que el brazo responde en ese momento con toda su capacidad. Con técnicas apropiadas de trabajo corporal, esta cualidad puede evidentemente desarrollarse y cultivarse técnicamente aún sin una práctica espiritual como el Zen o en una emergencia, cuando un niño está en peligro mortal.
P: Ya hemos hablado de las ventajas de los movimientos espontáneos sobre los movimientos ‘estudiados’. Sin embargo hoy en día se habla mucho de distintas técnicas, desde el simple entrenamiento para mejorar las prestaciones deportivas, hasta la meditación y el biofeedback. ¿Qué piensa de ello?
R: Todas pueden ser útiles mientras sigan la dirección mencionada. Pero lo que a mí me parece especialmente apasionante y también beneficioso es centrar la práctica de la meditación en todo lo que se está haciendo. Me explico: si a mí lo que me interesa es correr, entonces en vez de meditar sobre algo que no tenga nada que ver, puedo perfectamente meditar (es decir, dejar de pensar y centrar la atención en una sola cosa) en el movimiento de la pelvis mientras corro, es decir entrando en detalle en cualquier minúsculo movimiento de los huesos. Este tipo de meditación añade dos ventajas importantes a la simple actitud meditativa, que ya de por sí tiene su propia utilidad. Sobretodo un aumento en la capacidad de sentir todo lo que le ocurre al cuerpo, que a su vez produce un aumento en la calidad y la eficacia global de la prestación, seguida por la optimización del movimiento específico que deriva de este tipo particular de atención.
Sentir mejora el movimiento