Comprender el odio
Es absurdo pensar que se puede enseñar democracia a los niños mediante la violencia.
Entiendo que hay un pequeño número de personas que escapan a esta forma de educación. En el resto de los casos, la rebelión contra tanta crueldad ha sido reprimida de forma precoz y los individuos han crecido pagando el precio de la falta de sinceridad.

Podemos verificarlo continuamente. Cuando alguien dice “No quiero a mis padres porque siempre me han humillado”, rápidamente se ve sometido a una serie de recomendaciones banales: si quieres convertirte en adulto debes cambiar de actitud; si quieres sanar, no puedes continuar alimentando el odio dentro de ti y, para liberarte de él, debes perdonar a tu padre y a tu madre. No existen progenitores perfectos, todos fallamos alguna vez, y estos errores se toleran, como sabe cualquiera que se ha convertido en adulto.

Estos consejos parecen convincentes porque los escuchamos una y otra vez e incluso, probablemente, los hemos considerado razonables. Sin embargo, no lo son. Muchos de ellos se sustentan sobre falsas premisas, porque no es cierto que el perdón libera del odio: ayuda simplemente a cubrirlo y, por lo tanto, a esconderlo en el inconsciente.

A. Miller
del libro El cuerpo nunca miente