Leer con el cuerpo
El lenguaje ha sido inventado 
para dar la posibilidad
a la gente 
de ocultarse unos a otros
lo
que se piensa realmente.

C.M. de Talleyrand
Durante la lectura - como en cualquier intercambio ‘en vivo’ con un interlocutor - el cuerpo representa una válida fuente de información sobre lo que está sucediendo dentro de nosotros.


Sin embargo, cuando estamos solos con un libro en la mano, tomar nota de nuestras reacciones físicas es más fácil que cuando nos encontramos entre otras personas. Comenzando a observar durante la lectura en que modo reacciona el cuerpo o la respiración, si se amplía, se restringe o se hace más profunda, es posible descubrir alguna cosa más en relación a los sentimientos que se manifiestan con lo leído – como irritación, sentimiento de inferioridad, placer o expansión - y como éstos son acompañados por determinados estados físicos.

Una atención de este tipo ofrece también mucha información sobre la persona que escribe.

Por muy bueno que sea un escritor escondiendo algunas de sus características, quien ‘piensa con el cuerpo’ puede descubrir con facilidad – incluso a través de una actividad como la lectura – cuando el otro es despectivo, condescendiente, crítico, partidista, manipulador, rígido, llano, sólo formalmente objetivo, apasionado, poético, alentador o inspirador. Más allá de lo que la mente descubre, convencida o seducida por las palabras y lo que expresan formalmente, el cuerpo cambia de estado de una frase a otra, de un capítulo a otro, y registra en modo preciso los signos que deja el estado de conciencia reflejado en las palabras al momento de escribirlas.

j. tolja - f. speciani
del libro Pensar con el cuerpo