Anatomía experiencial para practicantes de yoga
Reencontrar la visceralidad, la seguridad y el placer.
La anatomía experiencial – que actualmente se enseña incluso en las universidades estadounidenses - es una disciplina que, a través de experiencias concretas, permite percibir directamente la anatomía del cuerpo. Conduce a una profunda revolución en la manera de pensar sobre uno mismo. Focalizar la atención en el interior del cuerpo cambia el estado de conciencia, el modo de pensar, el nivel de percepción, la calidad del movimiento, de la voz, de la respiración ... En este aspecto es similar al yoga, pero no es una técnica, sino una manera de entender, en términos occidentales, el valor y los principios de diferentes técnicas, que, como el yoga, provienen de un contexto cultural muy diferente.

Para explorar el yoga desde el punto de vista de la anatomía experiencial podemos fijarnos en un tema concreto como las torsiones. Un primer aspecto de ellas importante a considerar es que trabajan en el plano horizontal, el primero que experimenta el ser humano. El bebé lo necesita para girar la cabeza hasta el seno materno, la fuente de su alimento. Cuando nota un sabor o un olor lo sigue volviendo la cabeza, si se le estimula un lado de la boca con el dedo instintivamente gira su cabeza, es un acto reflejo. En la cuna el primer movimiento que hace para explorar el espacio es rodar sobre el vientre o la espalda, cuando está en brazos es capaz de girar la cabeza, pero no de levantarla.

En la rotación el bebé deja descender el peso, los fluidos del cuerpo van hacia los puntos de apoyo. Es como una bolsa llena de agua (el agua en el recién nacido es de 90% del peso corporal en comparación con el 70% de los adultos) que casi por inercia, una vez iniciado el movimiento, continúa. Esta capacidad es tanto física como psicológica, es la capacidad de confiar, de abandono y crea la relación con la tierra, el sentido de pertenencia en el mundo y la capacidad de ponerse en contacto con otros estableciendo relaciones de confianza. Mitológicamente estamos en la edad de oro, cuando el individuo todavía no se diferencia de la totalidad.

Los sentidos que corresponden al plano horizontal y a esta etapa del desarrollo humano son el gusto y el olfato, el laboratorio que analiza las moléculas que entran en el cuerpo. Este análisis químico se relaciona con el sistema digestivo y este con el emocional, con la interiorización de las emociones. Para conocer el mundo durante esta etapa, el niño debe llevarlo hacia su interior.

Desde la perspectiva de los elementos en el plano horizontal se encuentra en una fase Kapha (agua-tierra), desde un punto de vista psicológico en la fase oral.

Esta fase es crucial para un crecimiento sano, es la base, si no se tienen estas raíces y esta confianza no se puede avanzar hacia el equilibrio y sentido de sí mismo que se desarrollan en la fase vertical-anal y la capacidad de hacer característico de la fase sagital-fálica. Traumas tempranos precisamente esta capacidad de socavar la confianza y la sensación de seguridad.

Cuando nosotros como adultos exploramos de nuevo las torsiones recuperamos lo que habíamos vivido de pequeños. Es como si, utilizando la imagen de un ordenador, en nuestro cerebro insertáramos un disquette que contenga todos los datos de nuestra infancia. El movimiento de rotación que hacemos está relacionado con toda esta experiencia física y psicológica, es parte de un sistema global, lo activa. Así, la torsión actuará, desde un punto de vista físico, sobre las vísceras, el sistema digestivo, los fluidos corporales, las meninges y el tejido conectivo, desde el punto de vista psicológico y espiritual, sobre el arraigo, la confianza, la entrega, la recuperación y la escucha de las emociones y del placer. La medida en que medida se pueden rescatar estas vivencias depende de la calidad de nuestra ejecución y atención.

Con las torsiones tenemos la oportunidad de actuar sobre las vísceras, podemos recuperar el placer. La serotonina es producida en un 95% en el intestino, cuando las vísceras se relajan el cuerpo se refresca de una verdadera ducha de serotonina (al contrario, cuando nos enfrentamos al peligro las vísceras se contraen y el cuerpo produce adrenalina que estimula las respuestas de defensa y reacción). En el estado visceral tenemos una sensación de pertenencia al mundo, el cuerpo se abre, se vuelve más suave y menos pesado. Recuperamos la sensibilidad y la cualidad de agua, su fluidez. Después de realizar torsiones se tiene la sensación de ser más luminoso, más grande, más amplio, se siente más seguridad en uno mismo. La respiración se hace más amplia, más fluida. Si se dibuja o diseña o algo se haría con formas suaves, redondas, orgánicas, muy tridimensional.

En Occidente es especialmente importante y necesario trabajar las torsiones, el plano horizontal, porque es lo que nos permite el embodyment, el habitar nuestro cuerpo. Nuestra cultura nos lleva a romper con lo visceral, siempre buscando fuera de nosotros mismos. Pero si no estás dentro de tu cuerpo no puedes encontrar el placer y la seguridad.

El yoga ayuda a encontrar lo visceral, pero depende de cómo se practica. Si lo practicas demasiado rápido no permites que tu “agua interna” circule, si haces un “yoga estético” te encierras en la forma y desaparece la escucha interna.

Jader Tolja

Para completar el artículo, ofrecemos los feedbacks de los participantes del seminario que el autor ha impartido sobre el tema del plano horizontal en Barcelona (Mayo 2011):

‘He sentido los efectos en el cuerpo, tenía un dolor en el brazo que me impedía levantarlo. Al día siguiente del curso, al levantarme me di cuenta al quitarme el pijama que ya no me dolía. Ahí empecé a poner atención al cuerpo y lo sentí más abierto. Lo que me ha sorprendido es que no hemos hecho ningún trabajo específico para el brazo, me da que pensar’. B.B, profesora de yoga

‘He contactado con el cansancio que tenía acumulado de toda mi vida. Días antes del curso me daba cuenta de que me sentía muy cansada, y el curso me sirvió para comprender de dónde venía este cansancio. Me ha dado mucha tranquilidad y me dado tiempo para ir despacio y para no tomar decisiones rápidamente, me lo he dejado sentir un rato, o días, para tener la certeza de que lo que decidiera me haría bien. Y se me ha ido el cansancio. No voy a luchar con el cansancio, no voy a querer estar vital cuando necesito descansar. Estar así da mucha alegría, las relaciones con los demás mejoran y estás mejor contigo misma.’ G.B., profesora de yoga

‘Me ha mejorado mucho el dolor de las articulaciones. Y, a nivel emocional, he estado muy sensible. Lo que me ocurría es que al estar con amigos sentía que me afectaban algunas actitudes que hasta ahora ni siquiera me habían llamado la atención. De repente hablando con alguien pensaba ¿cómo puede decir esto? Pero me daba cuenta que él siempre había pensado así y a mi nunca me había importado, en cambio, ahora si me afecta. Y noto que yo no estoy en sintonía y que tampoco quiero estarlo. ’ R.S. enfermera

‘Yo he estado enferma. Tenía mucha fiebre y dolor, pero a pesar de ello, tenía muy presente la inflamación de los tejidos, sentía que se regeneraban. Después de este episodio, al practicar yoga, me di cuenta que se había liberado muchísimo mi zona cervical. Tenía una capacidad de extensión que antes de estar enferma no tenía” A.S. profesora de yoga

“He estado muy atenta, al implicarme en cosas colectivas, a descubrir desde donde lo hago: desde el placer o desde la obligación. He jugado mucho con mi hijo» E. A. profesora de yoga

‘A mi me ha llamado la atención mi sensación de calma, me he alterado muy poco. Al día siguiente del curso salía de viaje con 45 alumnos adolescentes hacia Italia, y ha sido fantástico, podía ver el jaleo y el barullo pero yo no me alteraba. He necesitado respetar los ritmos de descanso” B.T. educación.

“Algo ha cambiado en la relación familiar, no estoy enfadado pero es como que no conecto con sus comentarios. Siento que dan muchas vueltas a las cosas y que no me dicen lo que realmente quieren decir y eso ahora me altera. Necesito más claridad y las cosas más simples. En cambio, la relación con mi hijo es mucho más sencilla, más cómoda, las cosas son como son y ya está.” C.R. profesor de yoga

“He necesitado estar conmigo, con mis procesos, he tenido necesidad de no dejarme influir por el entorno. A nivel físico me ha llamado la atención que se ha limitado muchísimo la flexibilidad en el movimiento hacia delante, seguramente por haber aumentado mucho la flexibilidad en la rotación” T.P. Profesora de yoga

“He estado con mi nieta y tenía la sensación de que el mundo terminaba entre la niña y yo, y todo lo que hacía lo relacionaba con todo: cocinaba con la conciencia de que esto iba a nutrir a mi hija y a mi nieta” M.C terapeuta

“Estoy conectando más con el dar espacio a las personas, en cómo está la persona. Tengo muy pocas ganas de intelecto, me cuestan las clases teóricas, necesito no pensar” T.G. Teatro

“He sentido mucha apertura a nivel de pelvis, caminaba muy abierta, y también mucha percepción. Ha aumentado la sensación de estabilidad y seguridad . Mi pareja también me ha sentido muy distinta y yo también me he sentido distinta en la relación con él, mucho más perceptiva. He disfrutado de la simplicidad de las cosas.” B.M. terapeuta

Jader Tolja
(conversación escrita por Emina Cevro Vukovic por la revista de la Asociacion Nacional Italiana de los profesores de Yoga, YANI)